lunes, 20 de julio de 2009

NUESTRO PAÍS, NUESTRO MUNDO

En el mundo, la actriz Farraw Fawcetty y el cantante Michael Jakson; en nuestro país, la cantante Alicia Delgado, el estilista Marco Antonio Gallego y últimamente la actriz Elvira Travesí (argentina de nacimiento). Todos ellos, fallecieron en la primera quincena del presente mes. Ictus cerebral, sobredosis de propofol (una anestesia que se utiliza para cirugías), celos enfermizos, robo y otros factores similares son las primeras conclusiones que han construido las investigaciones respectivas. Obviamente, en el mismo lapso, han fallecido un sinnúmero de seres humanos, pero no todos ellos tienen la dicha o la desdicha de ser capaces de ocupar y dominar las primeras planas y los titulares noticiosos. Los errores políticos, en unos casos; y las ambiciones, en otros, han sido también factores de “fallecimientos políticos” de personajes que en los últimos meses no han pasado desapercibidos para ningún compatriota. Es el caso de Yehude Simon (ex Presidente del Consejo de Ministros) y de Alberto Pizango (que también podríamos llamarlo ex presidente de AIDESEP, y que obedece a “consignas retrógadas, en palabras de Mario Vargas Llosa). Ambos, en el afán de permanecer en la escena pública -y política-, terminaron fuera de ella y con enormes responsabilidades sobre sus hombros y estampados indeleblemente en sus currículos. Y haciendo honor de una poco fallida y bastante estrafalaria facultad para ver el futuro, el congresista fujimorista Carlos Raffo, llamó “cadáver político” y “zombi” a Yehude Simon, aun siendo Premier. Pero también hemos presenciado sorprendentes resurrecciones. Rómulo León que volvió a la vida al abandonar la cárcel para internarse en su casa, y Néstor Kimper que ignora su arresto domiciliario para tomar el sol fuera de su casa vistiendo una modesta pijama o para disfrutar de algunas placenteras recreaciones hípicas, según algunos casuales e inoportunos testigos que no se callan nada, para nada. No podemos dejar de resaltar el trampolín -a la fama- de Javier Velásquez, que alcanzó el Premierato, en nuestro país; y de Roberto Micheletti a la jefatura del Estado, en Honduras. Este mediante un golpe de Estado, y aquel mediante un golpe de la dedocracia, que Alan García espera que sea el último de los equipos en su gestión, a pesar que sabe y asume que “la política es por esencia ingrata”. Un Premier que tiene una secretaria personal que es una exitosa empresaria en la industria de la construcción; un éxito que ha comenzado ha manifestarse en los últimos 2 años. Pero no debemos preocuparnos, porque Yehude, al momento de irse, nos ha garantizado que se han dado “pasos firmes en la lucha contra la corrupción”. Otro personaje, realmente defenestrado, ha sido el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, quien deberá someterse a juicio por corrupción y otros pequeños delitos, según Roberto Micheletti, el presidente designado en su reemplazo, que estará convocando a elecciones en el plazo más breve posible. Y mientras que Obama podría estar esperando y rogando para que el derrumbe de la democracia en Honduras, no termine por hundirlo a él; Alan García podría estar rezando para que nuestras prácticas democráticas no se vean amenazadas por esa bendita formula que ya todos hemos aprendido de memoria A(H1N1), y terminen en un final espantosamente porcino. Hasta podríamos sospechar que esa gripe es parte de un “conflicto continental” que ha logrado la “penetración externa” e instigado a algunos directores de instituciones educativas a desobedecer la ley que ordena el adelanto de las vacaciones de medio año, y alentar al gremio médico a protestar con paros y amenazas de huelgas. Pero que no cunda el pánico, porque para eso está el “partido del pueblo”, advierte Alan García, el “querido Presidente” de Yehude Simon, porque “pese a cualquier crítica su pensamiento está siempre en el Perú” (lo ha señalado en su carta de renuncia al Premierato), quien defenderá el modelo “pro sistema” que ya ha garantizado un “progreso espectacular” en los últimos años, en Lima y en la costa litoral, según Mario Vargas Llosa, en una cruenta guerra contra el “anticapitalismo, el nacionalismo y el racismo”. Sucede que nuestro escritor se ha permitido en estos días de turbulencia, confusión y temores, dentro y fuera de nuestras fronteras, escribir en un diario nacional su propio concepto de “desarrollo económico”: Multiplicación de empresas privadas e inversiones nacionales y extranjeras. Este fenómeno, para Vargas Llosa, es el único que garantiza, al Perú y al mundo, salir del atraso, la miseria y el desamparo, y enrumbarnos hacia la modernidad y la prosperidad digna de un paraíso terrenal. Democracia política y economía de mercado, es el modelo que curará todos nuestros males, nos asegura el escritor; así también como asegura, que después de la derogatoria de los decretos, fuentes de conflicto y de desgracia (que para él han estado “bastante bien orientados”), la única cosa que está garantizada, es que la Amazonía, nuestra Amazonía, seguirá siendo la zona más pobre, despoblada y explotada del Perú. Vargas Llosa, ahora, también lee el futuro. En otra escena, Alberto Fujimori acepta el hecho (léase, el delito) pero no la responsabilidad penal ni civil en la entrega de 15 millones de dólares de CTS a su ex asesor Vladimiro Montesinos, en los días previos a la navidad del año 2000, en su tercer juicio que enfrenta después de su extradición de la hermana república de Chile, en el año 2007. No obstante, la Fiscalía ha solicitado una pena de 08 años de cárcel para el ex dictador. Cesar Nakasaki, el abogado del acusado, indudablemente, volverá a ejercer el arte de la oratoria en este tercer round jurídico-legal. Pero Alan García, el Presidente de todos los peruanos -no necesariamente querido por todos ellos-, confía en “la fe de la inmensa mayoría”, que él mismo asegura, no comulga con la “filosofía del perro del hortelano” (¿quizás si, con la del perro del carnicero?). Es una mayoría inmensa, enfatiza, pero es silenciosa, pero de ella saldrán los nuevos liderazgos que defenderán a la nación de la “penetración extranjera”, impulsando el “ejercicio de la ciudadanía”; sin embargo, cuando un grupo de ciudadanos (¿de segunda clase?), ejercen ciudadanía, los considera utilizados y desinformados. Víctimas de “los odios e intereses políticos”, para Yehude Simon; y víctimas de “estúpidas mentiras”, para Vargas Llosa. Lo que sí, difícilmente algún compatriota podría dudarlo, es que el gobierno, en la guerra que ha declarado a los grupos “antisistema” que quieren aplicar recetas extranjeras, ha prometido que invertirá “más energía en el orden público”. No dudamos que el Ministro de Defensa, sin dudas ni murmuraciones, cumplirá la orden. Pero, ¿el neoliberalismo, es acaso, una receta no extranjera? “El país espera orden e inclusión social” recalcó Alan García, y eso se logrará, según sus palabras, enfrentándonos al “conflicto ideológico sudamericano” que ahora es mayor, más activo e invasivo... Nuestro país, nuestro mundo.

miércoles, 8 de julio de 2009

ESTADO Y NACIÓN

Un Estado que no reconoce a su nación, se exime de responsabilidades y que demuestra poco interés en asumir nuevos retos para consolidarse como tal, es un Estado que se presta para todo tipo de sarcasmos e ironías. Un Estado maniatado para responder ante las amenazas de intereses ajenos a la patria y que no se avergüenza ante sus deficiencias e ineptitudes políticas, es un elemento que aporta mucho para una seria reflexión que insinúe un nuevo mecanismo que lo sustituya. Presentándolo así, como un ente pensante y operativo, nos damos cuenta que Estado es sinónimo de “gobernantes”. Porque a ellos se les ha delegado el poder de tomar las decisiones y son ellos quienes nos representan —aunque muy a menudo nos parezcan un grupúsculo de cabecillas y caciques irresponsables y demagogos, hacedores de artilugios y tácticas persuasivas en su afán de satisfacerse infinitamente a costa de la pobre organización, inoperatividad o ingenuidad de los gobernados—, por tanto, esperamos que nos escuchen y siempre nos consulten sus dudas, vacilaciones o preferencias. No hay otra razón por la que justifiquen el usufructo del poder que ostentan, que la de conocer e interpretar la voluntad de los gobernados y acatarla. Y si ello no fuera posible, entonces, la representatividad política, esto es, el Estado, sería un absurdo. Una abstracción ridícula y amorfa, un elemento lírico válido sólo para ejercicios académicos de ilusos y desocupados o para divertimento de mezquinos. Si no hay congruencia entre los intereses de los gobernados y los gobernantes (podría entenderse entre nación y estado), no hay contrato social coherente ni justo que merezca ser defendido y respetado. Aunque no parezca razonable fragmentar a la sociedad en nación y Estado, es necesario hacerlo —en sentido académico— para entender las relaciones que se construyen entre uno y otro y poder explicar la diversidad de conflictos que los coloca al uno frente al otro y a veces en posturas irreconciliables, a pesar de pertenecer al mismo suelo y compartir una misma historia. No obstante, en nuestro caso, resulta una tarea sumamente difícil caracterizar a nuestra nación —por su naturaleza heterogénea e inestable—, mínimamente puede bastarnos por ahora, considerar nación a todo aquello que no sea el Estado (inclúyase en él, a ciertos grupos de poder). La oposición existente entre el uno y el otro, basta para percibir y darnos cuenta que lo que está fallando es la incapacidad del uno para operar al ritmo de las exigencias y solicitudes del otro. Porque no podemos concebir a la inseguridad ciudadana y a la permanencia de conflictos sociales de diverso índole, como hechos naturales o aceptables, sino, como deficiencias y caracteres patológicos, propios de una sociedad en la que prima una incompatibilidad de intereses entre los diversos grupos humanos y una incapacidad para convivir civilizadamente. A casi 200 años de una nueva organización social, la república no nos ha permitido consolidarnos ni como nación ni como Estado, y sin haber alcanzado lo que podría considerarse “madurez social”, estamos ya en una condición que se asemeja más a una decadencia que a un crecimiento y desarrollo doloroso. O somos una raza de hombres con limitaciones para entender la seriedad de la convivencia humana y la necesidad de aportar individualmente nuestro esfuerzo a favor de la armonía y la paz sociales, o somos víctimas de un ensayo siniestro digitado desde alguna no muy cercana sociedad de hombres de inteligencia superior y perversa. En todo caso, no sería sino, simple cuestión de enfoque, o de tribuna.

martes, 7 de julio de 2009

LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA POLÍTICA

La globalización nos permite ver un mundo al descubierto. Es difícil tratar de ocultar o distorsionar algún suceso o fenómeno social —que implique una amenaza a la convivencia pacífica—, con el fin de proteger o librar de culpa a sus autores o responsables. Asimismo, resulta difícil mantenerse callados cuando tenemos una permanente tribuna global ávida de información que describa y explique la actualidad y la vida circundante. La globalización genera un mundo necesitado de conocimientos diversos; por lo tanto, genera un mundo consumidor de información. Información que le proporcione mejoras o que facilite la edificación de una vida más placentera y productiva. Las fronteras nacionales quedan relegadas a planos insospechados y pareciera que solo las instituciones castrenses se interesaran en ellas, o personas habituadas a enriquecerse a costa de los negocios y sucios “juegos” de guerra. En países como el nuestro, en el cual las migraciones constituyen fenómenos masivos y continuos, la sociedad civil expresa un sentido de pertenencia frágil y difuso cuando decide abandonar su país de origen, en busca de mayores oportunidades favorables que le provean una vida satisfactoria y agradable. Este fenómeno que David Held llama “desterritoralización”, obedece a un incesante proceso que ha venido cocinándose décadas atrás, debido al desigual desarrollo que los gobiernos nacionales han promovido, estimulado o permitido en sus respectivos países, como consecuencia de la incapacidad para crear situaciones de gobernabilidad, basadas en la equidad y la justicia social. (Este última frase, muy estudiada y carente de sentido para Hayek). Así como la economía se muestra ya globalizada, a la par de las tecnologías y medios de información, lo ha hecho la sociedad civil. Del mismo modo y junto a ella, la política ha ingresado a un irreversible proceso de globalización. Pero ésta está causando mayores controversias y conmociones porque implica una redefinición de categorías tan afianzadas en el siglo XX, como lo es la soberanía, por ejemplo. (Concepto que para Mario Vargas Llosa, al relacionarla con "nacionalismo", en un mundo globalizado y globalizante, adquiere connotaciones macabras). El principio de no-intervención ni injerencia en la toma de las decisiones de los Estados soberanos, en este nuevo milenio, está siendo desatendido por gobernantes de diversos países que persiguen utopías que parecían desfasadas, como la integración latinoamericana o la formación de un nación panamericana, que siglos atrás, visionó Bolívar. Y ahora que se presenta en América del Sur, un escenario propicio para ese tipo de fomentos (una emergencia de gobiernos soberanos de tendencia antineoliberal, que casi es sinónimo de antinorteamericanismo), renace la esperanza y el afán de conformar un bloque regional que haga un alto al incontenible avance de las políticas macroeconómicas que los organismos financieros internacionales han puesto en marcha desde los años 90, y que han generado un aumento discriminado de la pobreza y extrema pobreza en la región sudamericana. (Neoliberalismo, lo llaman muchos; sin sospechar que es una filosofía que se aleja del pensamiento de sus principales defensores y promotores como Von Mises, Hayek; aunque podría aproximarse al de Friedman). Y sabemos que la pobreza y extrema pobreza conforman indeseables obstáculos que jaquean a los gobiernos nacionales, truncando sus programas y planes políticos, favoreciendo la ebullición de protestas y rechazos de las sociedades civiles hacia la permisividad —u obsecuencia e incapacidad para generar programas alternativos— que muestran sus gobernantes frente a las “recetas” macroeconómicas de entidades ajenas a los intereses de sus países, además de extranjeras, y hasta —como diría Held— desterritorializadas. La política, entonces, no es —no puede ser— ajena a la globalización, sería un absurdo pretender ello. Ahora mucho más, sabiendo que los problemas que hasta hace poco eran considerados problemas nacionales, tales como el tráfico de armas, el narcotráfico, el ecosistema, el crimen organizado, el SIDA y otros, constituyen e implican convenios y esfuerzos multilaterales —y no sólo de los países involucrados directamente— para hacerles frente y mitigar sus daños. La necesidad de protegerse a sí mismos y de asegurar un futuro saludable a las nuevas generaciones, en un mundo globalizado y altamente competitivo en todos los escenarios posibles que las sociedades actuales configuran, obliga a los gobernantes de turno de los países en vías de desarrollo, a la búsqueda de fórmulas y estrategias intergubernamentales que traspasan los dominios del Estado-nación y señalan una dirección macronacional, como alternativa para enfrentar y vencer a fenómenos internacionales y mundializados bastante poderosos, nocivos e incesantes.

lunes, 6 de julio de 2009

LA POBREZA Y LA NECESIDAD DE UN CAMBIO SOCIAL

Sabemos que la mayoría de nuestros compatriotas están sumidos en condiciones nada favorables para la edificación de una vida digna a la que tiene derecho todo ser humano. La pobreza y extrema pobreza son los lastres más mortales en nuestro país. A pesar de haber seguido y cumplido a pie juntillas las “recetas” de organismos foráneos que prometían curarnos de tan perversa e inhumana peste, los resultados no han sido los esperados. Al menos, los afectados guardaban otras expectativas. Sinceramente, desconozco cuales hayan sido las expectativas de los responsables de aplicar, monitorear y evaluar tales recetas. Dudo mucho que sus cálculos técnicos no hayan previsto semejante dolor —ensanchando el abismo entre grupos sociales— que han causado en la población. Es esta población desilusionada, por decir lo menos, que esperan de cualquier lugar y como sea, que llegue el cambio social, ya no, que les ofrezca una mejora en sus vidas, sino, que lo realice de una vez por todas. Si para lograr ello se hace necesario discutir la forma, los planes, las alternativas, las estructuras, los mecanismos, poco importa. Lo que reclaman, en su silencio diario y doliente, en su infierno del día a día colmado de carencias y necesidades apremiantes, es que cambie la situación en la cual están muriendo lenta y miserablemente. Y no se trata de solidaridad o mera caridad para ganarse el cielo y la gracia divina. Se trata de entender que esa masa condenada a vivir en la miseria, de pronto, está infectando al resto del cuerpo social “saludable”, reproduciendo su estilo de vida y su pesimismo frente al futuro. Ya no apuestan nada por nada y la fe en una cercana sociedad saludable, próspera y pacífica, está muriendo junto a sus hijos e hijas. Estos hijos e hijas, una vez concientes de su exclusión social, pueden convertirse en un fuerte sostén antidemocrático y debilitar, desde el cimiento, todo programa alternativo y deslegitimar todo orden social. La pobreza y extrema pobreza, desarticula a la sociedad; pues, crea y ensancha la exclusión social. Sacude las relaciones interinstitucionales y torna deficiente todo gobierno. Es más, ridiculiza todo discurso humanitario que en nombre de ellos y ellas —personas, no meros números ni gélidos porcentajes estadísticos—, predica los principios democráticos como los únicos capaces de garantizar la construcción de una sociedad libre, justa y más humana, en la cual, el ideal del bienestar general, es fácilmente alcanzado. Sin embargo, irónicamente, son estos discursos “populistas”, desahuciadamente demagógicos, los que consiguen aplausos y admiraciones, apoyo y votos en la cámara secreta —el último fin que los justifica— de parte de esa masa excluida del mundo formal y cercenada de toda posibilidad de desarrollarse como seres humanos. Pareciera que la democracia electoral fuera un engendro que se nutre de la miseria de los grandes grupos humanos excluidos, y gracias a ello, amamanta a los pequeñísimos grupos humanos que gozan de excedentes económicos y monetarios. A veces percibo un error en los discursos sociológicos cuando se refieren al fenómeno de la pobreza. Todavía nos referimos a ella como si fuera un solo cuerpo que encarna el sentir y el pensamiento de una masa uniforme infectada de todas las laceraciones que ella, la pobreza misma, genera. Escuchamos pronunciar que los “pobres” están hartos de los políticos, pero los aplauden; que están hastiados de los discursos elegantes y pomposos, pero los escuchan; que desprecian la mentira, pero, sospechando de su presencia, no la rehuyen, sino, le dan tribuna abierta y la eximen de toda responsabilidad. ¿Los pobres, son los que realmente exigen el cambio social que, creemos, necesita el país? Porque en nombre de ellos se ofertan un sinnúmero de recetas y muchas otras cosas; y en nombre de ellos también, los ofertantes, legitiman el usufructo del poder.

jueves, 2 de julio de 2009

LAS NACIONES DEL PERÚ

El Perú, aquel territorio delimitado por unas líneas que reconoceríamos en cualquier mapa de América, es habitado por grupos humanos diferenciados entre sí. Es una patria que contiene varias decenas de naciones, no vinculadas entre ellas, más bien, muestran posturas irreconciliables. Más aún, cuando quienes, desde un privilegio concedido por el que llamaremos “Perú mayoritario” o costeño, para asumir la administración de sus intereses, pretende aplicar decisiones como si las personas afectadas, fueran o pertenecieran a grupos humanos homogéneos, y pero aún, como si aquellos grupos humanos fueran seres no pensantes o seres no racionales, o por constituir grupos minoritarios, carecieran del derecho fundamental de expresarse libremente. Desde el gobierno, entonces, se pretende aprobar medidas y aplicarlas sin considerar o ignorando los intereses diferenciados de todos los grupos afectos a dichas medidas. Para ello se afanan en tomar a la democracia, como un elemento que justificaría tales acciones gubernamentales. Con el discurso que en democracia, es menester “imponer” la voluntad de las mayorías, ninguneando a las minorías, ignoran u obvian descaradamente —por no decir, criminalmente— los intereses y anhelos, en suma, la cultura, de todos aquellos que conforman las llamadas “minorías”. Se contamina a la democracia con esas actitudes que generan mayor fragmentación social, y fomentan posturas que comienzan cuestionándola hasta llegar quizá a rechazarla y buscar una alternativa que la suplante. Considerar a la democracia como un mecanismo o como un estilo de vida que busca invisibilizar a las minorías, y si ello se hace desde una postura de poder político, es otorgarle cualidades que pertenecen o que le son propias a regímenes dictatoriales y tiranos y, por ende, criminales. El desconocer las diferencias culturales —las naciones— que habitan esta área geográfica que llamamos Perú, e intentar, mediante el uso de la fuerza pública (bien llamadas “fuerzas del orden” porque responden a las necesidades y demandas de un “orden” que no necesariamente toma en cuenta los intereses de los gobernados, y quizá ni siquiera, de los gobernantes, sino —y cada día los percibimos más claramente—, obedece a intereses ajenos y foráneos), este uso de la fuerza mella y crea heridas incurables, fragmentando aun mas a la sociedad que podríamos llamar “peruana”. En los sucesos de Bagua, donde los muertos aún no se han determinado ni todos los cadáveres se han encontrado, se ha evidenciado con toda claridad, las actitudes racistas, propias de un racismo criminal que en la historia ya ha quedado registrado con sus genocidios y hecatombes que la mayoría de seres racionales, hemos aprendido a abominarlo con todas nuestras fuerzas y sentimientos. Cuando el Jefe de Estado y Presidente de la República, a quien, nuestra Constitución Política le concede el papel de representar políticamente a la nación (entiéndase, a las naciones del Perú), se permite la crueldad de aludir a la presencia de ciudadanos de segunda clase, porque precisamente, son ciudadanos que expresan una cultura diferentes y hasta contradictoria a la cultura de la mayoría de ciudadanos que habitamos las áreas urbanas y, básicamente, la costa del país, y además, porque asumen una postura que discrepa y se enfrenta a las decisiones unilaterales de quienes, presumimos, los representan políticamente, es un Jefe de Estado, que está totalmente equivocado. Es un vil desatino. Pero dada la envergadura de su cargo, que no dudamos, lo ha obtenido gracias a la voluntad soberana de la ciudadanía expresada en las urnas, es una equivocación que hasta ahora ha costado dolorosas e inútiles muertes de compatriotas, sean estos hispanohablantes o no, uniformados o no, o como dirían nuestros salvajes conquistadores de hace 500 años, cristianos o no. Si bien el Mea culpa se ha dado públicamente, y acompañado de una pose y unos gestos de humildad y arrepentimiento, es necesario que aquellos se traduzcan en la promulgación de ciertas normas que penalicen próximos sucesos similares, en prevención de que vuelvan a suceder. (Artículo que publiqué en el Diario LA INDUSTRIA de Chiclayo, el día sábado 04 de julio de 2009)

miércoles, 1 de julio de 2009

DESPUÉS DE LA TORMENTA, EL DIÁLOGO

A dos semanas de iniciada la huelga indefinida en la localidad de Andahuaylas y varios días de protestas en otras localidades de la región Cuzco, el día martes 23 de junio y mediante Resolución Suprema N° 212-2009-DE, el gobierno autorizó el ingreso de las fuerzas armadas para que, en coordinación con la Policía Nacional, preserven el orden y el funcionamiento de los servicios públicos esenciales en las zonas que lo requieran, en los departamentos de Apurimac, Cuzco y Junín. Inmediatamente, el Ministro de Defensa, Antero Flores Araoz, afirmó que las Fuerzas Armadas harán lo que dispongan las normas legales. “Si éstas determinan que las Fuerzas Armadas den apoyo a la PNP, así lo haremos”, sentenció. El preludio de los desórdenes en la sierra centro, fue la derogatoria de los decretos legislativos 1090 y 1064, contra los cuales se declararon en insurgencia las poblaciones amazónicas y nativas del nororiente peruano, dejando un trágico y lamentable saldo de 34 cadáveres, entre civiles y policías. En apoyo a esta insurgencia, los andahuaylinos iniciaron un paro indefinido, bloqueando carreteras y marchando por las calles y plazas de la ciudad, liderados por Félix Lazo Alvarado. Ha quedado en la memoria colectiva que el día 31 de diciembre de 2004, fallecieron 04 miembros de la Policía Nacional, cuando la comisaría de Andahuaylas (Apurimac) fue tomada por 120 reservistas al mando de Antauro Humala, líder del Movimiento Etnocacerista, pidiendo la renuncia de Alejandro Toledo, en ese entonces, Presidente de la República, y en defensa de la honorabilidad de su hermano Ollanta. Porque años atrás, Ollanta Humala, el 29 de octubre del año 2001 —el mismo día que Montesinos huía del país hacia Panamá—, también dirigió un movimiento insurgente en la localidad de Locumba (Toquepala, Moquegua), como lo escribiría después, en “defensa del Estado de Derecho y de la Constitución”. Andahuaylas tiene esa aureola de ser una zona poblada por personas que rápidamente toman las calles, plazas y carreteras, para hacer escuchar sus demandas y exigir la modificatoria o derogatoria de las decisiones políticas gubernamentales que consideran nocivas a sus intereses. Tienen el orgullo de ser descendientes de reconocidas sociedades prehispánicas como Chavín, Wari y Chankas. A estos últimos se les otorga una fiereza en los combates y el adjetivo de sanguinarios. Cualidades que, en estos días de protestas y confrontaciones con el gobierno de turno, algunos analistas y los propios andahuaylinos, han recordado. Unos, para analizar el conflicto; y otros, para elevar el orgullo y la moral combativa de los involucrados en él. No obstante, quizá inducido o en respuesta a esas actitudes confrontacionales, el Premier Yehude Simon, después de su papel de mediador, presentándose a dialogar con los campesinos protestantes de la sierra sur del país, haya declarado que “tenemos que demostrar que el Estado no tiene miedo”, y tampoco él. Siendo el Estado, el único ente a quien se le concede el uso legítimo de la fuerza, puede resultar inútil y hasta salvaje, utilizar sus recursos sólo para demostrar que es un Estado no miedoso. Aún así, logró la firma de un acta de compromiso de 33 puntos y la tregua de un mes, durante el cual, los manifestantes cesarán sus medidas de lucha, y el gobierno, estudiará las posibles soluciones al conflicto. Pero la congresista Keiko Fujimori, ha referido que el país necesita un Premier que actúe como gerente, y no como filósofo. Félix Lazo, Secretario General del SUTE de Andahuaylas, e integrante de la Comisión Nacional de Reforma del SUTEP (fracción dirigida por Robert Huaynalaya), es quien lidera el Comité de Lucha Provincial de Andahuaylas. Entre otras cosas, están pidiendo la renuncia de Alan García y la derogatoria de la Ley de Recursos Hídricos (ley Nº 29338, vigente desde el 31 de marzo del presente año). Del mismo modo, el Comité de Lucha Provincial de Canchis (Cuzco), se ha plegado a la lucha, iniciando un paro indefinido el 11 de junio. Recordemos que en octubre del año pasado, en Canchis, se produjeron hechos de protesta que fueron coordinados por la Asamblea de los Pueblos de la Macro Region Sur, que también desencadenaron en actos de violencia. A pesar que el artículo 2 de la cuestionada Ley de Recursos Hídricos, señala que “No hay propiedad privada sobre el agua”, en la manifestación campesina se han podido leer carteles que dicen “El agua no se vende”, entre otras frases similares. Todos estos hechos de violencia que perturban la tranquilidad pública y el normal desarrollo de las actividades en las zonas afectadas, generan lecturas diversas por parte de nuestros gobernantes. Jorge Del Castillo es de la opinión que ciertos grupos extremistas son los que provocan los hechos de violencia y que no quieren la solución de los conflictos. Y el Premier refiere que hay gente que sólo busca golpear “a cualquiera que sea gobierno”. A su turno, el presidente regional del Cusco, Hugo Gonzáles, sospecha que en la movilización de los centenares de campesinos que participan en las protestas, y que vienen de otras provincias a la capital cuzqueña, se están invirtiendo grandes sumas de dinero, las cuales deben ser investigadas para determinar sus orígenes e identificar a los financistas. Yehude Simon, después del diálogo con los dirigentes y campesinos andahuaylinos, ha concluido que Andahuaylas es una zona olvidada, tiene compromisos olvidados y que la solución a sus problemas pasa por comprender que una mesa tiene 4 patas, refiriéndose a los cuatro elementos que deben participar en la administración de los conflictos: gobierno local, gobierno regional, gobierno central y la comunidad. “Yo he aprendido hoy día mucho” confesó el Premier. Y luego de sus esfuerzos invertidos en lograr el diálogo y acuerdos con las poblaciones en conflicto, para restaurar la tranquilidad pública, y siendo él quien está dando la cara y personificando al gobierno central en estos difíciles días para el país, declaró que no le teme a la censura que un grupo de parlamentarios estaban solicitando y que salió airoso el día jueves del Congreso de la República. Pero también había expresado que sí era censurado, explicaría que “estamos en un mundo al revés”. Esta ha sido la primera interpelación referente a la intervención de la SUNAT en Panamericana Televisión y la presentación del congresista Aurelio Pastor, en el canal del Estado. En su intervención, el Premier, ratificó “el profundo respeto del gobierno por las libertades de información, expresión, opinión y difusión del pensamiento”, y también manifestó que el canal del Estado “tiene plena autonomía para definir su línea informativa”. No obstante, el Congreso aprobó una segunda interpelación al Premier, para que responda sobre los sucesos acaecidos en Bagua. Por su parte, el pronunciamiento que ha emitido el Consejo Nacional de Decanos de los Colegios Profesionales del Perú, señala claramente que la “Democracia implica voluntad de las mayorías con respeto a los derechos de las minorías”, por lo tanto, la consulta ciudadana es indispensable para afirmar la democracia, mucho más en un país como el nuestro, el cual es habitado por un sinnúmero de “expresiones culturales”. En consecuencia, es plausible el llamado del Premier que hace a los grupos políticos para “defender la democracia”. (Artículo que publiqué en el Suplemento DOMINICAL del diario La Industria de Chiclayo, el día domingo 28 de junio del 2009.)