lunes, 28 de diciembre de 2009

ECONOMÍA CON ROSTRO DE MUJER

A pocos días de quemar nuestras frustraciones del 2009, el Ejecutivo nos sorprende con un nuevo rostro en el portafolio que maneja la economía del país, esta vez, un rostro femenino que ya ha confirmado que no significa, de ningún modo, el inicio de la “farra fiscal”. Mercedes Araoz es la nueva titular del MEF, que, aparte de ser una de las peruanas que pasará la más feliz de sus navidades, y de aseverar que “la labor de un ministro realmente debe ser agilizar los trámites”, aludiendo a lo poco facilitador de algunas políticas que se mostró su antecesor, Luis Carranza, ha declarado, para alegría de unos —no cabe duda que mayormente, inversionistas de todos los matices— y tristeza de otros —aquellos amantes de todos los populismos—, que “La caja está salvaguardada”. “No haga caso usted a los que dicen que habrá una farra fiscal”, le adelantó el jefe de Estado en el momento de su juramentación a la nueva y flamante titular del ministerio más rico del país. “Si juro” sentenció Mercedes Araoz, de rodillas, con una visible satisfacción en el rostro porque posiblemente, y a pesar de las apresuradas negaciones del oficialismo, “la economía peruana va a comenzar a repuntear, con miras a un probable candidateo en el 2011”, pronostica el economista Jorge Gonzales Izquierdo. Es probable que pocos o casi nadie, en este país, tenga razonables motivos para dudar que la nueva Ministra de Economía sea “una persona honesta”, como lo ha señalado el presidente de ADEX, José Silva; será por ello, discrepando con muchos demagogos y falsos optimistas, Mercedes Araoz, con esa peculiar fluidez de sus discursos, afirmó categóricamente: “Yo si le temo a la crisis internacional, porque puede pegarnos todavía”. Pero que no cunda el pánico, porque tenemos a partir de ahora —aunque nadie sabe hasta cuándo, mucho más, Alan García que no sólo está convencido que la política es ingrata e impredecible, sino que, en este país siempre se está a merced del perro del hortelano que nunca descansa— una joven mujer que si bien, no ha ingresado con la espada desenvainada, pero sí, con las baterías recargadas para apoyar “la inversión en las regiones, ayudando al trabajo de los presidentes regionales y alcaldes”, a pesar que la mayoría de las regiones no están presididas por el partido de gobierno. Además de tener como uno de sus principales objetivos, generar una “cultura del trabajo” en su portafolio, algo así como que a partir de su nombramiento, se fija un “antes” y un “después”, en el MEF. Si antes no lo hicieron, ahora sí, a trabajar, y “guerra avisada no mata a funcionarios confianzudos”. En suma, un nuevo rostro —femenino, joven, simpático— en el portafolio de Economía y Finanzas, no significa una nueva política económica en el país, como muchos, quizá, esperaban; entonces, ¿a qué se debe el cambio? Es la pregunta del millón de dólares. “Facilitar el proceso de inversión, ver donde están los limites y los cuellos de botella”, ha respondido la nueva ministra, con una facilidad que hace pensar que es una respuesta que ha ensayado con anterioridad y a merced de muy buenos maestros. Nadie esperaba la renuncia de un ministro al que muchos consideraban un tecnócrata y un prudente y razonable gerente de la economía del país, en una etapa donde, si bien, las cifras macroeconómicas son bastante atractivas y elogiadas a extremos hilarantes, en contraposición a una vivencia cotidiana experimentada por la mayoría de ciudadanos y ciudadanas del país, aún no beneficiada por el añorado y pronosticado “chorreo” económico, ahora convertido, en un eterno sueño. Pero hizo su aparición el nuevo rostro, que bien podría simbolizar un punto más a favor de las aspiraciones de ciertas tendencias feministas que sólo imaginan un mundo no sólo andrógino, sino, que todas las posiciones de poder estén capitaneadas por una fémina, porque sostienen que el hombre ya cumplió su papel histórico, y lo hizo muy mal. Mercedes Araoz, ha generado como todo inesperado cambio, posiciones a favor y en contra, y cómo no, también indiferencia en gran porcentaje del electorado decepcionado y frustrado ante todo personaje político, al margen de todo matiz ideológico, currículo gubernamental, género, o estrato socioeconómico, que presente. (Sólo, por un momento, pensemos en el Parlamento… Sin comentarios). Segura del apoyo presidencial y de los miembros del gabinete del que forma parte, Mercedes Araoz ha mencionado una frase con la cual, no todos estamos de acuerdo porque es susceptible de conferirle infinidad de significados: “correctas inversiones”. ¿Qué es eso? En todo caso, habrá alguien con la autoridad suficiente y la facultad legal para discernir y señalar cuándo una inversión es “correcta” y cuándo no. Quizá sea necesario crear un organismo público con esa específica función, ya que “La única forma de luchar contra la pobreza, es crear empleo sano”, dijo el congresista y Primer Ministro, Javier Velásquez. Por los discursos presidenciales podemos sospechar que todo aquello que no concuerda o no encaja con las creencias del jefe de Estado, sería lo “incorrecto”, antisistema y antipatria. Lo otro, sería lo que vale la pena ovacionar, defender, difundir, y declararlo “verdad absoluta”. Obviamente, los “ciudadanos de tercera”, no tendrían voz en esta verborrea, como que “La democracia es justamente la confrontación de ideas y disposiciones”, según sostiene el Premier Javier Velásquez Quesquén, o que “Al presidente lo eligió el pueblo para gobernar el país”. Por lo visto, ha descubierto la pólvora, el Primer Ministro; siempre lo hace. Es casi un genio. “El Perú ha seguido avanzando en la reducción de la pobreza”, es una de las oraciones de la nueva ministra que también genera discrepancias y controversias. La pobreza, pues, es algo que puede no sólo concebirse de mil maneras, sino, medirse de igual cantidad de maneras y formas. “Yo creo en la modernidad” también ha declarado Mercedes Araoz, vaya usted a saber qué es eso. “Modernidad”. Quizá ya exista una definición absoluta e infalible, digna de toda rendición sagrada. Pero si en algo, al parecer, todos y todas estamos de acuerdo, es en dos cosas: uno, “En una crisis todos comienzan a temblar”; y dos, “El Ministerio de Economía realmente ha sido muy lento”, sentenció la nueva titular del MEF… Palabra de mujer.

martes, 15 de diciembre de 2009

EL DISCURSO PROSELITISTA

Me permito extraer del discurso político, el discurso proselitista. No necesariamente existe una relación de compatibilidad entre ellos. Ambos expresan el sentimiento y las aspiraciones de una agrupación política, sin embargo, se ubican en espacios y escenarios distintos. El primero puede hallarse en cualquier escenario y en permanente manifestación y su dinámica no siempre es contendiente. Sin embargo, el discurso proselitista sólo aparece en escenarios encontrados y de lucha tenaz, y expresa siempre una figura proclive a la competencia y al debate. El discurso proselitista persigue objetivos inmediatos (ganar una elección, por ejemplo), mientras que el discurso político busca sentar bases para la edificación —en el mediano y largo plazo— de estrategias de lucha cuando llegue el momento de contender con otros similares en el afán de hacerse del poder. En una democracia como la nuestra, el discurso político pretende generar perfiles ideológicos en su población objetivo, de tal manera que llegado el momento de actuar como discurso proselitista, sea fácilmente asimilado, entendido y produzca reacciones esperadas porque el objetivo no es ya generar y alimentar una ideología, sino, inducir a una determinada actitud en su masa de adherentes, como es la participación en el sufragio y la emisión del voto. No cabe duda que las configuraciones de estos discursos, son propicias para partidos comprometidos con la dinámica de una democracia representativa. (Pero no es exclusividad de ellos). Anhelan la conquista del poder, dentro de un marco legal que fomenta, respeta y refuerza la libre y universal expresión en procesos electorales. Además, inducir el voto, respetando la libre determinación del elector, en un escenario altamente competitivo, es una tarea que implica el dominio de los procesos sicológicos que intervienen en los ciudadanos expuestos a una situación eleccionaria. Aun prevalece la estrategia del bombardeo publicitario, porque se considera que una mente expuesta largamente a un determinado mensaje, termina seducida y casi convencida y opta por consentir y satisfacer su cometido. Sin embargo, la cosa no es tan simple como parece. Infinidad de factores juegan su papel a la hora de la decisión final en un proceso electoral, en el cual la mente individual consume una incesante emisión de mensajes contradictorios y contendientes, activando automáticamente un filtro que le permite priorizar y seleccionar los mensajes que puede y necesita entender y conservar, en salvaguarda de su buena salud. La idiosincrasia, juega aquí, un papel fundamental; asimismo, las experiencias en escenarios similares, los recuerdos, los intereses, las necesidades, el grado académico y hasta la capacidad de imaginar escenarios futuros e inmediatos. Entonces, los discursos proselitistas, deliberadamente buscan posicionarse en el mercado electoral, tratando de considerar todos los misteriosos mecanismos de la mente humana. Y no cabe duda que, es ella, el campo de batalla. Esta mente es un baúl repleto de información, experiencias y demandas, muchas de ellas exigentes. El discurso político necesita, entonces —preparando el terreno al discurso proselitista—, encajar en esa complicadísima y misteriosa maquinaria bioquímica como es el cerebro humano, y generar una actitud hospitalaria que consienta su presencia y, más o menos, una permanente habitabilidad en él. El discurso proselitista (siendo nada más que una faceta del discurso político), se revela mucho más exigente, vehemente y hasta soberbio. Obsesivamente, pretende instalarse en el mercado electoral para librar una batalla sin cuartel y eliminar a sus competidores. Su celo es desmedido. Se acomoda fácilmente a las coyunturas. Persigue a las mentes y no desiste hasta percibir el logro de sus objetivos. Generar simpatías y formar adherentes, incluso, creando situaciones tediosas y de hostigamiento hacia ellos. Ello explica que los discursos proselitistas, vendan imágenes fantásticas y hasta irracionales, se muestren desesperados y no den tregua a los contendientes ni proporcionen descanso ni tiempo para la reflexión ni el análisis a su público objetivo. Por lo general, no buscan gente pensante, sino, gente exclusivamente consumidora de las imágenes que ofrece.

domingo, 13 de diciembre de 2009

EL COSTO DE LA IMPUNIDAD

Últimamente, somos testigos de situaciones que nos revelan el trato desigual ante la ley que reciben hombres y mujeres en nuestro país. Delincuentes de toda laya, sorprendidos en fragante delito, no reciben el castigo que la ley manda. Y ya no hace falta estar en el lugar de los hechos o ser testigo ocular para sentir los sinsabores y enervarnos ante la impotencia de combatir los privilegios de los que hacen gala un sinnúmero de malhechores y sinvergüenzas; porque la prensa, ahora, con su capacidad informativa, nos lleva al lugar mismo de los hechos. Faltas o delitos, tipificados por ley, les corresponde una sanción. Sin embargo, con saco y corbata o no, hemos presenciado a sujetos que se “ríen” de la ley y de la justicia y sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento, continúan libres y operando, igual o peor, haciendo uso de privilegios que sólo ellos conocen y saben cómo los obtuvieron, mantienen y reproducen. Ello nos revela, no hay duda, una deficiencia de la administración de justicia en nuestro país. Pero esa administración de justicia depende y está en manos de individuos que son los responsables. Esto es, por la sola sinvergüencería e incapacidad de esos individuos, se mancilla toda la labor de la justicia y se resquebraja el Estado de derecho. Porque la impunidad atenta contra la estabilidad jurídico-política y social del país. Creo que ese es el costo —inevitablemente, el que asumimos y pagamos todos y sin proponérnoslo— que implica la impunidad en todos sus niveles. Pues, provoca los mismos efectos. Con inmunidad parlamentaria o diplomática, o con un simple privilegio de “ahijado”, la impunidad provoca la misma rabia. Esta rabia trastoca las imágenes que hayamos construido de cada una de las instituciones comprometidas y las puede hacer añicos, dándose paso a la emergencia de una sociedad civil intolerante e impaciente ante la repetición de injusticias, incompetencias y desatinos en todos los niveles del poder estatal, generándose una situación de inseguridad ciudadana inconcebible, porque cada quién pretendería hacerse “justicia” por su propia mano. Ello podría explicar, en parte, los linchamientos —o intentos de linchamiento— últimos que hemos presenciado en diversas localidades de nuestro país. Pueden elaborarse un sinnúmero de lecturas de esos fenómenos masivos; la mía me dice que expresan el hartazgo de un poder judicial incapaz de erradicar la impunidad y la pérdida de respeto a la labor policial —básicamente, debido a algunos malos elementos que hay en sus filas—. Indudablemente, casi todas las instituciones públicas y el Estado mismo, están perdiendo credibilidad, respeto y legitimidad. En la calle, las opiniones de la ciudadanía son diversas y hasta contradictorias, pero ellas guardan una similitud innegable: El rechazo total, el descontento generalizado y la desaprobación a las funciones de las instituciones públicas. Amén de los improperios que se expresan al respecto. Ni una sola voz de gratitud, menos de aprobación. Así, se pone en riesgo la convivencia pacífica y si ésta se resquebraja, lo hará también el Estado de derecho. Y el agravante lo constituyen, la diversidad de opiniones y contradicciones que emiten ciertas autoridades y personajes públicos, involucrados directa o indirectamente, que nos hacen pensar que vivimos en un país donde cada quién puede interpretar la ley a su manera y a su conveniencia y actuar de acuerdo a ello, y no pasarle nada —siempre y cuando goce de inmunidad parlamentaria o de algún otro tipo de privilegio—. El costo de ello, realmente, puede ser muy alto.

domingo, 6 de diciembre de 2009

LAS ALAS DEL PODER

Desde tiempos inmemoriales —podríamos decir—, el máximo sueño del hombre era volar. Volar como los pájaros, surcando los cielos y experimentar sensaciones de libertad extrema e ilimitado poder, al cruzar fronteras y aterrizar en cualquiera de los confines del mundo, obteniendo satisfactorias e inolvidables experiencias. Estas mismas satisfacciones que parecieron sólo haberse experimentado desde el primer globo aerostático (S. XIII) o desde el primer aeroplano (casi 100 años después) puestos en acción, pasando por los modernos aviones, cohetes y trasbordadores; han sido obtenidas por algunos de nuestros magistrados, congresistas, y sabrá Dios, qué otro personaje de nuestro sector público. “Ser una institución de calidad, diferente, que descansa en un sistema de valores” es el anhelo institucional de la Universidad Alas Peruanas, y para ello se ha planteado la tarea de “Formar hombres nobles y sabios que respondan con eficiencia y efectividad a las innovaciones que se desarrollen en nuestro país”. Entonces, podríamos pensar que los vocales supremos Francisco Távara Córdova y Jorge Solís Espinoza (con sus respectivas esposas), son parte de este equipo de hombres a los cuales la Universidad los convertirá en “nobles y sabios”, al igual que a otros funcionarios que han sido o son beneficiarios de su gran espíritu solidario. (Francisco Távara, después del escándalo, fue sacado del cargo de Presidente de la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema). Sin embargo, inmediatamente después del escándalo que involucra a dichos magistrados, la Dirección de Imagen Institucional de la universidad emite un comunicado en el que asegura que ninguna de sus actividades tiene la intención de “subordinar conciencias”. ¡Qué tal sabiduría! En esta línea, la ministra de la Mujer, Nidia Vílchez, ha pedido que no se exagere el caso de esta institución universitaria, cuando ya la presidenta de la Comisión de Ética del Congreso, Martha Hildebrandt ha expresado su malestar frente a la actitud no colaboradora de esta universidad al no asistir a las citas de la Comisión de Educación. Al parecer, es una institución a la que no se le puede tocar ni con el pétalo de una rosa, dijo muy disgustada la congresista Hildebrandt. En este casi perfecto y muy efectivo tejido de redes sociales realizado por la “seudouniversidad” (así la llamó Martha Hildebrandt), el congresista Mauricio Mulder (otro de los beneficiarios, y que considera que todo cuestionamiento ético sobre el tema, es “hilarante”), no ve por ningún lado, delito alguno (coincidiendo con el rector de esa casa de estudios, Fidel Ramírez Prado, asegurando que son actividades estrictamente académicas, o “comisiones de trabajo”). Mientras que su compañero de bancada, Aurelio Pastor, después de tanto entramado descubierto, se arrepiente de haberse asociado con esa institución educativa. Pero el hecho que los congresistas apristas Hilda Guevara y César Zumaeta, (vice-Rector de la filial de Ica), Edgar Núñez y Wilder Calderón (asesor de la universidad, el primero; y ambos, miembros titulares de la Comisión de Educación), hayan establecido vínculos comerciales y laborales con dicha universidad, es un caso que traspasa los límites de la ética, la decencia y el respeto a sí mismo. Es incompatible con la función congresal, dijo la congresista Marisol Espinoza, al fundamentar el pedido de una acusación constitucional con aquellos parlamentarios, porque la labor de congresista es a tiempo completo y a dedicación exclusiva. Los congresistas Mercedes Cabanillas (miembro accesitario de la Comisión de Educación), y José Vargas (vocero de la bancada aprista), también viajaron al exterior con viáticos pagados por la cuestionada universidad privada (cónyuge incluido). Igualmente, el congresista opositor Rafael Vásquez, es otro beneficiario de los viajes financiados por Alas Peruanas. Es todo un record de eficiencia y efectividad empresarial, en un país donde las inversiones extranjeras están arrasando con casi todo, o simplemente es una nueva y más eficaz manera de hacer dinero, generar riqueza y “engrandecer a la patria”. Quizá también, sea una novísima estrategia pedagógica —peruanísima, por cierto— de alcance global. La Universidad Alas Peruanas, fue creada oficialmente el 26 de abril de 1996. Hasta la fecha, y a nivel nacional, cuenta con 27 filiales, 09 unidades académicas, 05 institutos superiores tecnológicos, 02 instituciones educativas (de inicial, primaria y secundaria), 07 emisoras radiales, 08 canales de televisión locales y 01 por cable, 02 programas de televisión de señal abierta y 02 más en televisión por cable. (El actual alcalde de Lima, Luis Castañea Lossio, es estudiante matriculado en la especialidad de Arquitectura). Haber logrado todo esto en menos de una década y media, en una época donde el mercado peruano, en este rubro, se ha vuelto altamente competitivo, es un hecho que induce a pensar que a parte de las habilidades y técnicas de mercadeo aplicadas, ha sido necesario el auxilio de otros factores muy bien conocidos por gran parte de nuestros empresarios, grandes, medianos y pequeños. Hernando De Soto nos advierte que en el Perú, el empresario está más abocado en obtener prebendas políticas del Estado que en explorar científicamente sus potenciales mercados. Hasta tres miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, han confirmado sus vínculos con la polémica universidad; y se habla también de un convenio resuelto entre ésta y Palacio de Gobierno para brindar servicios educativos. El presidente del Poder Judicial, Javier Villa Stein, ya expresó su disconformidad con la actitud de los magistrados involucrados y ha manifestado claramente que son conductas cuestionables y “tiene que caer quien tenga que caer”, aseveró, después de arrepentirse de autorizar el viaje del magistrado Távara. Podemos suponer que después de los “petroaudios”, el caso de “alas peruanas”, es otro gran fenómeno de corrupción en lo que va del quinquenio gubernamental. Pero el mayor impacto ha sido contra la imagen de nuestro Poder Legislativo. Una raya más al tigre. Últimamente, Gustavo Espinoza ha sido desaforado con 75 votos a favor, y en ese camino va la congresista Rosario Sasieta (¿“lava pies”?), investigada por sus viajes al exterior, costeados por el Congreso (Japón, España e Italia, Estados Unidos y Panamá, son algunos de sus destinos). Según investigaciones periodísticas, la congresista Sasieta, en el presente año, ha solicitado 16 licencias por diversos motivos, y el cuestionamiento que se ha generado sobre ello, no tiene nada que ver, evidentemente, con su género u opción sexual, que sólo pertenece a su vida personal y privada. Ella, ha sostenido que la quieren “tumbar”. ¿De dónde? En todo caso, es un Congreso que se cae por sí solo. Pues, un 84,2% de encuestados, dice no confiar en él, en un sondeo realizado por el Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima. Esperemos que levante vuelo, con sus propias alas, y sin arañar los límites de la ética.