lunes, 28 de junio de 2010

PERDONA NUESTRAS DEUDAS

Hace más de dos mil años, aproximadamente, un peregrino nos dio una lección de reciprocidad y hermandad, al aconsejarnos perdonar a nuestros deudores, para que así también, sean perdonadas nuestras deudas. No parece haber calado satisfactoriamente este humano consejo a muchos de nuestros líderes políticos —algunos de ellos, ex gobernantes— y otros compatriotas que no sabemos exactamente cómo, se mantienen en la tribuna pública, cuando han comenzado hacer leña del árbol caído, imaginando quizás que nunca, ellos y ellas, se encontrarán con el cuerpo a tierra. Martín Sánchez Terán, la oveja negra para un sector de nuestra iglesia católica, en algún momento suspendido en sus funciones sacerdotales, es el personaje al que han caído desde todos los ángulos y tribunas, pedradas —muchos más grandes que aquellas que pudieron haber rajado la espalda de la samaritana—, lanzadas por aquellos que suponen y presumen no tener pecado. Pero en este caso, no hay mesías —pero sí, cardenales, dirían algunos—, pero sí, lanza piedras, pecadores y pecado. La 48º Fiscalía Provincial de Lima, es la encargada y responsable de realizar las investigaciones en este caso del Hogar de Cristo, donde las denuncias por malversación de fondos, maltrato a los internos y beneficiarios del Hogar, agresiones sexuales y otras obscenidades, han llovido escandolasamente. Hasta la fecha, ciudadanas extranjeras son las principales denunciantes de estos hechos que han puesto en tela de juicio, una vez más, los manejos poco transparentes de los recursos destinados a la ayuda social que se realizan en el país, precisamente, donde gran porcentaje de nuestros compatriotas necesitan de una mano solidaria para poder vencer las adversidades que desafían su sobrevivencia. La Comisión de la Mujer del Congreso es otro espacio donde el sacerdote Martín se presentó para explicar las denuncias que lo implican en irregularidades en la administración de sus locales del Hogar de Cristo, institución que a decir de muchos, recibe grandes cantidades de dinero y otros recursos para financiar y costear sus actividades de ayuda humanitaria que beneficia a personas en condición de indigencia y extrema pobreza. Declaró que el dinero que recibe del Ministerio de Salud (25 mil 833 soles mensuales) para la atención de 65 beneficiarios de su Institución ubicada en el distrito de San Miguel, es rendido trimestralmente de manera satisfactoria. (La Divincri de San Miguel, también está investigándolo). Nadie ha levantado la voz para perdonar los pecados del católico en cuestión; contrario a ello, han desempolvado el pasado para embestirlo con más firmeza e inmisericordia. Es el caso de la ex Ministra de la Mujer Susana Villarán —y que dicho sea de paso, está tras el trono municipal de Lima Metropolitana—, señalando que durante el gobierno de Alejandro Toledo, las denuncias en contra del padre denunciado, fueron archivadas por presión política. También se ha indicado que después del terremoto de Pisco, instituciones donantes españolas, entregaron S/.964,515.00 al Programa de Vivienda Social, representado por el padre Martín para construir viviendas prefabricadas a los damnificados en esa zona devastada; tarea que jamás se concretizó. Dolorosa caso en un país donde 11 millones de personas viven con S/. 7,65 diarios. (39,3% de la población total), y de ellos, un millón y medio (13,7%), con apenas S/. 4,00 ó menos por día, según cifras oficiales del INEI, extraídas de los Censos Nacionales 2007. Pero el Hogar de Cristo de Martín Sánchez Terán, no es la única Institución que se dedica a recibir donaciones y otros aportes para ser destinados a diversas actividades de asistencia humanitaria a hombres y mujeres, niños y adultos, que viven en condiciones infrahumanas. Como tampoco, para nadie es un secreto que en América Latina, en las últimas décadas del milenio anterior se realizaron gigantescas inversiones destinadas a combatir la pobreza y extrema pobreza; sin embargo, estos fenómenos inhumanos continúan manifestándose en proporciones, cada año, mayores, al extremo de socavar la legitimidad de la democracia como régimen de convivencia civilizada y pacífica. (De 1980 al 2005, la población en condiciones de pobreza en América Latina, creció en 53%. De 136 millones a 209 millones. Y en el inicio de los 90, el 10% más rico del continente tenía el 45% de la renta nacional, según estudio de la CEPAL del 2006) Y ello, sin remitirnos a las cifras mundiales que para nadie, en su sano juicio, pueden constituir factores que alienten una visión optimista en el porvenir. Pues, en el año 2005, la ONU difunde un estudio el cual revela que cerca de 1,390 millones de personas viven con menos de U$ 2,00 por día; y que la cuarta parte de ellas, con U$ 1,00 ó menos por día (350,000 personas aproximadamente). De modo que, si el padre Martín es señalado como uno de los que ha cometido irregularidades (y hasta delito) en la administración del Hogar de Cristo, es motivo para dirigir nuestras miradas a otras instituciones similares que, por el bien de la transparencia y la confianza entre peruanos y peruanas, les toca mostrar apertura a la supervisión de los recursos que manejan. Como dijo alguien: “Quién no la debe, no la teme”.

lunes, 14 de junio de 2010

RECUPERANDO EL TIEMPO PERDIDO

En la ciudad de Brasilia, el día 26 de octubre de 1998, Perú y Ecuador, firmaron el Acuerdo Definitivo de Paz (Acuerdo de Brasilia), dando término, “en forma global y definitiva”, a las disputas fronterizas que hasta entonces, significaban un doloroso costo de vidas humanas para ambos países, desde muchas décadas atrás. Con este Acuerdo, ambos países suscribieron que dejaban detrás “décadas de confrontación, desconfianza y pesimismo atávico”, ratificando la Declaración de Paz de Itamaraty, firmada en Brasil, el 17 de febrero de 1995.
En ese entonces, Alberto Fujimori y Jamil Mahuad, jefes de Estado de Perú y Ecuador respectivamente; así como Fernando de Trazegnies Granda y José Ayala Lasso, cancilleres de ambos países, fueron los suscriptores de histórico documento que, 12 años después, tras la visita del actual Presidente de la República de Ecuador, a nuestro país, no podemos dejar de recordar y sentir satisfacción por tan plausible y valioso acto en pro de la paz latinoamericana.
Sin embargo, ese grandioso paso en la construcción de la paz entre países vecinos, ha facilitado la expresión de malestar frente a ese otro diferendo fronterizo con el vecino país del sur: Chile. Proceso contencioso que ya está en manos de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, con sede en Holanda, el mismo que mantiene expectantes a los gobiernos de Perú y Chile, actores principales en este poco agradable suceso. (El canciller peruano, José Antonio García Belaúnde, y el canciller chileno Mariano Fernández, son los representantes de ambos estados, en este proceso internacional).
Rafael Correa, distinguido visitante y representante del estado ecuatoriano, fue condecorado con la Medalla de Honor en el grado de Gran Cruz, por nuestro Congreso de la República, en la mañana del día jueves, aseverando en su discurso de agradecimiento que nada ni nadie, absolutamente nadie, “podrán hacer que volvamos siguiera a pensar en un conflicto territorial que reavive la lucha entre hermanos”.
Dos días antes, también fue condecorado por Alan García Pérez, jefe del estado peruano, con el Gran Collar de la Orden “El Sol del Perú”, en el Salón Dorado de palacio de Gobierno. Ambos jefes de estado, concordaron en que ha llegado la hora de “recuperar el tiempo perdido”, y dejar atrás de una buena vez aquella época en la que ambos estados —atribulados por periódicas crisis que los saquean hasta quitarles toda esperanza de superación—, invertían grandes capitales, y básicamente invalorable capital humano, en indeseables y diabólicos fines como aquellos que caracterizan a todo conflicto bélico.
Todo ello, paralelo al cuadragésimo período ordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA 2010, denominado “Paz, Seguridad y Cooperación en las Américas”, en el que participaron los ministros y ministras de relaciones exteriores y jefes y jefas de delegación de los estados miembros, celebrado en nuestro país del 6 al 8 de junio, que concluyó con la redacción y suscripción de la Declaración de Lima. Documento que en su ítem 8, los representantes políticos de los estados miembros, declaran “Su firme compromiso de promover la transparencia en la adquisición de armamentos”.
Ante este punto de la Declaración y todos los argumentos relacionados con él que expresaron varios participantes en la Asamblea, el Secretario General de las OEA, José Miguel Insulza, manifestó que "Es legítimo que se planteen utopías". Es mucho más coherente plantear la disminución de la compra de armamentos, que esperar o pedir la desaparición de ese gasto, señaló en una entrevista.
Evidentemente, es una expresión que no deja de ser severa y temeraria, pero que podría encerrar una dura verdad, sobre todo si viene de una persona que conoce al mundo mucho más que cada uno de nosotros a nuestra vecindad. Los tejes y manejes de un mundo cada día más bélico y armado hasta los dientes, en el cual, hasta los estados pobres y muy pobres, no dejan de invertir en pertrechos, soslayando otros campos donde las inversiones resultarías mucho más saludables y necesarias para el desarrollo de los pueblos, como la educación, la salud y la ciudadanía.
Por ello, amerita un reconocimiento y un aplauso que el deseo de “una cultura de paz y no violencia en todos los países del mundo” fuera el ideal que guiara todas las sesiones de la 40º Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, realizada en la ciudad de Lima. Y en cuanto a nuestras relaciones bilaterales con Ecuador, Rafael Correa precisó que este proceso político que ha concluido con un tratado de paz entre ambos estados, es “irreversible”. No hay marcha atrás.
Pero dado el periodo electoral que estamos viviendo, donde las opciones en competencia son variadas y hasta diametralmente opuestas, esperemos que las esperanzas y deseos de un mundo pacífico no se conviertan en meros discursos para las tribunas y que luego todo vuelva a su lugar, dejándonos con el amargo sabor de la frustración en nuestras vidas. Contrario a ello, que sea una realidad la frase de Rafael Correa, “lo mejor recién está por comenzar”.