domingo, 18 de julio de 2010

TODO ESTÁ CONSUMADO

Hace más de dos mil años, en medio de un dolor difícil de medir, sudor y sangre derramada, el inocente crucificado que dedicó prácticamente toda su vida a difundir su filosofía del amor entre seres humanos, consideró que las profecías de las sagradas escrituras se habían cumplido. “Todo está consumado” fue su sexta frase que pronunció desde la cruz, sellando una etapa en la historia de la humanidad, e increíblemente, abriendo una nueva. Pero no podemos decir lo mismo con el caso del padre Martín Sánchez Terán a quien quitaron la administración de la institución de solidaridad “El Hogar de Cristo”, consumando con este hecho administrativo el objetivo evidente desde los escándalos mediatizados, años atrás, desde su opción de género y los poco transparentes o malos manejos administrativos y contables atribuidos a su conducción de la institución en cuestión: Sacarlo de la administración de este Hogar. Tanta cobertura del caso, centrada en detalles que inducen al sensacionalismo antes que a la meditación y reflexión, han hecho que la mirada pública se desvíe de lo que podría considerarse el centro del debate, o el quid del asunto, como dirían nuestros analistas políticos. El manejo de recursos provenientes de donaciones y otros rubros, destinados a la atención de necesidades primarias y urgentes de población en condiciones de pobreza y miseria, a cargo de las llamadas instituciones no gubernamentales y otras muy parecidas, que hasta la fecha, se amparan en una “autonomía” jurídica para proteger con el manto de la discrecionalidad y privacidad institucional y no mostrar a la mirada pública, la administración de los recursos que manejan en beneficio de los grupos humanos, curiosamente tildados de “vulnerables”. “El Hogar de Cristo” no es la única institución dedicada a estas actividades. Son muchas más, y que manejan cantidades de recursos que muchos de los peruanos y peruanas, ignoramos o conocemos a medias. Si bien es cierto, el dinero que administran no necesariamente proviene de los recursos públicos, mucho menos, de instituciones peruanas; es dinero que está destinado a objetivos muy precisos, medibles y evaluables, por lo tanto, susceptibles de ser supervisados, controlados y cuestionados. Además que sus objetivos son sociales; por ende, concernientes a todos. “Lo dejo a la voluntad de Dios” dijo al fin, un poco resignado el padre Martín, después de ver que le quitaron de sus manos aquella institución que por más de una década dio muestras de quererla e identificarse con sus actividades y objetivos. Acto que fue precedido por una orden de descerraje después de varios días de suspenso y confrontaciones entre él y la autoridad estatal. También señaló que se iba con la conciencia tranquila, aclarando que “los negocios, no son los negocios del padre Martín; son una manera creativa de generar ingresos para poder subsidiar los programas”. Y quizá, anticipándose al desenlace desfavorable para él, frente a una accidental y brevísima interrogante de una periodista, días atrás, respondió, “No me presto para este show”. (Recordará también el padre Martín que cuando fue suspendido de la iglesia católica, el cardenal Cipriani le aseguró que lo tiene muy cercano en sus oraciones, además de asegurar que dicha suspensión no tenía nada que ver con la administración del Hogar de Cristo. Ello sucedió en el año 2003). Y no sólo el Ministerio de la Mujer, representada por Nidia Vílchez, estuvo en el centro de la noticia que giraba en torno al “Hogar de Cristo”, denunciando malos manejos y desatención a sus internos y beneficiarios, clausurando el día miércoles 16 de junio la Hospedería de los Milagros, sucursal del Hogar de Cristo. El Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (INABIF), dirigida por Regina Medina Espinoza, también apareció en escena, manifestando malestar e indignación ante las denuncias en contra del padre Martín y de su institución cuestionada; dando por terminado el convenio que tenía con ésta, desde el año 1996, “por poner en riesgo la integridad de los adulto mayores, niños y adolescentes, algunos en situación de discapacidad acogidos en dicho hogar” a pesar de haber expresado que el padre Martín "tiene un amor especial por todas estas personas", dejando entrever la posibilidad de continuar trabajando con él. La suma total de los desembolsos recibidos por el ex Hogar de Cristo, gracias a los convenios firmados con el Ministerio de la Mujer, por un periodo de más de 10 años, asciende a 5 millones 812 mil soles; detalló la titular del sector. Como una manera de explicar las ya innegables deficiencias de atención a sus beneficiaros albergados, el padre Martín se preguntó públicamente “¿En qué hogar pobre no hay carencias?”, realizando una comparación de su institución con los miles y quizá millones de hogares en el país que padecen carencias y martirios, pero que aún así, y contra todo pronóstico, continúan hacia adelante, sabe Dios cómo. Ahora, con un nuevo nombre “Centro de Integración Laboral Vida”, y en manos del INABIF, la primera promesa de cambio la detalló la directora ejecutiva de la entidad estatal, Regina Medina, señalando que se incorporarán a un equipo de 30 profesionales que se encargarán de la población beneficiaria e internada en el local que ya cambió de manos. Asimismo, agregó, enviarán psicólogos y otro personal técnico, y que mejorarán algunos ambientes para brindar una mejor atención, demostrando con esto que el INABIF, sí puede administrar, y administrar bien, esta institución. Y la responsable de esta nueva institución “Centro de Integración Laboral Vida”, Margarita Bastidas, ya evidenció los cambios que suponemos vendrán, entregando un buen desayuno a los albergados e iniciando las terapias de rehabilitación; aunque conviviendo con el padre Martín, quien continuará administrando la panadería, el gimnasio y otros servicios que presta la comunidad. La lección aprendida nos indica que las instituciones dedicadas a la asistencia social mediante la administración de recursos provenientes de diversas fuentes, públicas o privadas, nacionales o extranjeras, deben asumir una actitud favorable a la transparencia y a la mirada pública, por el bien de la edificación de una sociedad humana que apuesta por la convivencia pacífica y por el ejercicio de las prácticas democráticas en todos sus espacios, sin excepción.