martes, 2 de abril de 2013

CARTA ABIERTA A LOS DOCENTES[i]

El autor con grupo de docentes de Historia, Geografía y Economía.

Docentes participantes en el Programa Nacional de Formación y Capacitación Permanente (PRONAFCAP) 2010.
No dudo que el PRONAFCAP 2010, ha significado una valiosísima experiencia que ha enriquecido sus saberes y habilidades en beneficio de ustedes y de sus estudiantes, ¿Por qué, no?, en beneficio de ese extenso proceso que constituye el mejoramiento de la educación peruana.
Pero el PRONAFCAP 2010, ha significado, para mí también, un invalorable aprendizaje que me ha fortalecido pluridimensionalmente: como profesional, como persona, y como ciudadano peruano. Aferrándome a una frase de Zaratustra: "lo que no te mata, te hace más fuerte", puedo sostener que he crecido junto a ustedes; me he hecho más fuerte, he desarrollado de una manera tal que experimento infinitas satisfacciones.
Como lo dije en la última sesión del último semestre, ustedes son un grupo humano de hombres y mujeres profesionales, peruanos y peruanas, que día a día, y a veces sin darse cuenta, proveen de ese insumo fundamental para el desarrollo, transformación y mejora del servicio educativo que reciben nuestros niños y niñas: responsabilidad dirigida a facilitar el crecimiento integral de nuestros estudiantes.
Ahora, después de la experiencia de la especialización, y amparados en el marco epistemológico de la investigación-acción, ya conocido por ustedes, aplicado, enriquecido, experimentado; puedo sostener con certeza, que ningún experto en educación, ningún ministro de educación, ningún científico de la pedagogía o de cualquier otra disciplina de las ciencias sociales, conoce de la educación peruana, más que cada uno de ustedes. ¿Por qué? Porque son ustedes, docentes del Perú, los protagonistas principales de tan complicado proceso; son ustedes, los que día a día, luchando incansablemente, conviven con los niños y niñas y adolescentes, beneficiarios de los recursos pedagógicos que ustedes brindan; son ustedes los que face lo face, escuchan las percepciones, inquietudes y hasta indignaciones de los padres y madres de ese ejército de estudiantes que pocas veces están en capacidad de expresar satisfacciones sobre la educación que reciben, y de la que, raras veces, se les ha consultado o se les ha pedido su consentimiento sobre sus postulados, objetivos, ideología y creencias. (Lamentablemente, a veces, la educación en las aulas, se presenta no sólo ajena a los estudiantes, sino, incoherente, aburrida, tirana y detestable).
Las palabras que varios de ustedes me han expresado personalmente, dentro y fuera de las aulas, y en algunos casos, en conversaciones privadas, se convirtieron para mí en sólidos alicientes para continuar hacia adelante; en valiosos instrumentos que mantuvieron mi autoestima en un estado saludable, y mis energías cada día más activas y optimistas. Fueron palabras que también me revelaron que estaba trabajando y conviviendo con un grupo humano con potencialidades bastante provechosas y fructíferas a favor de un tránsito hacia la mejora educativa y el desarrollo integral de nuestra sociedad. Es la demanda impostergable de nuestro país, además.
Todo ello has sido posible gracias al factor generador de las relaciones interpersonales que nos mantuvo interconectados durante cuatro semestres académicos, intercambiando experiencias, conocimientos e información, valiosísimas. Ese factor ha sido la investigación-acción.
Ahora, con conocimiento de causa, podemos concluir que la investigación-acción es una metodología que nos apertura inmensas posibilidades de mejora; nos proporciona el papel de hacedores y protagonistas insustituibles en la tarea de convertir a la educación peruana en un proceso capaz de brindar satisfacciones a quienes constituyen la base y su razón de ser: los estudiantes; nos provee de infinitos recursos e instrumentos que nos ayudarán a contribuir a mejorar la convivencia humana de la que somos parte sustancial; además, mantiene nuestra autoestima en un estado saludable en tanto vamos detectando mejoras y cambios producidos por nuestra intervención, auxiliados o de la mano de nuestros estudiantes; nos retira ese epíteto de "consumidores exclusivos de teorías ajenas" (que Stenhouse, tanto detestaba), otorgándonos uno nuevo: "productores de nuevas teorías educativas contextuales". Una utopía, claro que sí. Sin utopías, no habría esperanzas.
Docentes, ustedes que con tanto esfuerzo y sacrificio no desmayan en la tarea de ayudar a crecer a nuestros estudiantes. Esfuerzo y sacrificio, no tanto porque a la tarea educativa le son inherentes, sino, por la decidida, inoperancia y a veces, torpeza, de un Estado que en la mayoría de los casos se ha mostrado indiferente, lerdo, inepto, y en el peor de los casos, puede parecemos un agente foráneo e inmisericorde. Pero la convivencia, interpersonal e interinstitucional, no sólo nos descubre; sino, nos hace más fuertes.
No dudemos, docentes, que investigadores de la acción, hemos sido siempre.
Aprendiendo de nuestra propia experiencia, solucionando situaciones desde nuestra propia práctica, descubriendo nuevos procesos, nuevos elementos, estrategias, métodos y técnicas, enriqueciéndolos e innovándolos con el único objetivo de facilitar los aprendizajes y nuestro crecimiento profesional y personal, hemos estado haciendo -y seguimos haciendo- investigación-acción. Informalmente, pero lo hemos estado haciendo; no deliberada, no sistemática, pero hemos estado haciendo investigación-acción, porque ella es parte consustancial del proceso aprendizaje-enseñanza.
¿La investigación y la docencia, pueden ir de la mano? Por supuesto que sí. ¿Cómo?
Por decirlo en pocas palabras: La convivencia es un proceso de interaprendizaje; la práctica pedagógica, el proceso de aprendizaje y enseñanza, es una forma de convivencia humana. Nada escapa a la convivencia humana, nada escapa al interaprendizaje, nada escapa a nuestro crecimiento, evolución y desarrollo.
Desde nuestras aulas, vamos sosteniendo y aseverando nuevas explicaciones a la infinidad de situaciones relacionadas con nuestra tarea y función profesional. Desde nuestra aulas, validamos o no, teorías propias y ajenas. Luego, interconectando una aula con otra; una institución educativa con otra, una comunidad con otra, puede que descubramos una nueva forma de contribuir a la transformación social. Aunque choquemos con ese eterno dilema de la educación: ¿Reproducir o transformar? Tener en cuenta que como todo agente de socialización, su función es reproducir. No obstante, nada escapa a la ola de transformación y cambio que pertenece a todo fenómeno y hecho natural -y social-o No somos una "no naturaleza", somos parte de ella; por lo tanto, sus leyes también nos alcanzan y nos conciernen.
Gracias por sus experiencias compartidas; aportes, disertaciones, observaciones y sugerencias. Esa entrega desinteresada en el compartir nueva información, esa efervescencia en el debate; ante todo, gracias por la presencia, el esfuerzo invertido, la participación y la honestidad académica.
Espero haber otorgado un granito de arena, a esa poco agradable tarea de la autorreflexión, autocrítica y autoevaluación, que la investigación-acción pedagógica demanda a cada docente. ¿Por qué a cada docente? Porque ustedes sí pueden hacerlo, y lo han hecho. Y como participantes del Programa, lo han hecho de una manera tal que merecen nada más que FELICITACIONES.
Atentamente.
Juan Montenegro Ordoñez.



[i] Dirigido a los docentes participantes del PRONAFCAP 2010. La Carta, forma parte de la Presentación del texto inédito elaborado a partir de las experiencias del PRONAFCAP 2010. Es una sistematización de todo el Programa, en los ítems 5.1 y 5.2. Historia Geografía y Economía, y Formación Ciudadana y Cívica, de Educación Secundaria, realizado en convenio entre la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo y el Ministerio de Educación, en los años 2010 y 2011.