En
mi país (Perú), con fecha 12 de setiembre de 2013, ingresó al Congreso de la
República, el “Proyecto de ley que establece la unión civil no matrimonial para
personas del mismo sexo”; pero en el primer trimestre del presente año (2014),
es cuando se genera el debate por su aprobación.
Contra todo
pronóstico, el debate salió del congreso y se instaló por un largo par de
meses, aproximadamente, en la opinión pública. No fueron ajenas las
instituciones religiosas que, para envidia de las agrupaciones políticas que
pugnan por el poder político, lograron presentar un millón de firmas en contra
de la aprobación del citado Proyecto.
No obstante, después
de la no aprobación del Proyecto, aún permanece el debate sobre la viabilidad
de una relación sentimental homosexual, paralela a la familia basada sobre la
relación heterosexual, como una institución con casi las mismas prerrogativas
de ésta.
En la institución familiar
vigente, los contrayentes se denominan, "esposos"; mientras que en la propuesta de
la Unión Civil No Matrimonial, se denominarían “compañeros civiles”.
Pero más allá de
las dimensiones jurídicas, religiosas y morales que podrían verse involucradas
en el tema, aparece también la dimensión académico-científica, si se quiere llamar así, específicamente la teoría sociológica del género, que lo considera un
producto social. Es decir, no se nace hombre o mujer, sino, se aprende en el
largo y permanente proceso de socialización.
Precisando. Soy hombre
porque la sociedad me ha construido así. Soy mujer porque la sociedad me ha construido
así. Desde esta lógica se desvirtúa el orden natural de la heterosexualidad. Desde
otro ángulo, la opción sexual sería una opción que cada individuo elige consciente
y voluntariamente. ¿Desde qué edad? Es una pregunta aún sin una respuesta consensuada
académicamente.
Una contradicción
implícita, obviamente. Si ser hombre o ser mujer es producto de la
socialización; ¿qué agente socializador construye al individuo no-hombre y al
individuo no-mujer? ¿El Estado? ¿La iglesia? ¿La escuela? ¿La familia? ¿La televisión?
¿El centro laboral? ¿Los amigos? ¿El internet? Etc.
Pero si leemos el
Proyecto de Ley indicado, considera que “la orientación sexual es una característica
innata de la persona humana”, y siendo así, es una orientación que la misma
persona “no elije ni puede alterar”. En consecuencia, ser homosexual no es una
opción; es una determinación natural.
Obviamente, el debate se extenderá en la diferenciación entre las siguientes
categorías: género, sexo, sexualidad, orientación sexual, etc. Nuevamente, entonces,
forzando a la teoría para que encaje con la “realidad” -¿que deseamos?-.