domingo, 30 de agosto de 2015

IZQUIERDAS Y DERECHAS. UNA PERCEPCIÓN


Izquierda y derecha son aún términos muy utilizados en contiendas proselitistas. Y en el centro de ellas, aparece otra, utilizada hasta el hartazgo: “pueblo”. A primera vista, y debido a la educación empírica e inevitable influencia de los medios informativos, sugiere que la primera, la izquierda, está a favor del pueblo, y la segunda, la derecha, en contra. La primera, defiende y protege los derechos del pueblo; y la segunda, los carcome, expolia y basurea.
De esta manera, la política proselitista, aparece como una reyerta bicolor y bipolar, sin términos medios. Izquierda o derecha, blanco o negro, bueno o malo, popular o impopular. La primera, es la ideología de los pobres, y la segunda, de los ricos. Entonces, ricos y pobres, aparecen acompañando a la izquierda y derecha, a los defensores del pueblo y a los enemigos, en fin.
En suma, el de izquierda, es amigo del pueblo; y el de derecha, enemigo. Siendo así, el lío de las izquierdas y las derechas, se reduce a una jugarreta bizantina de verbos abstractos sin más norte que el de inducir a comportamientos y conductas sin mayores móviles que las propias emociones.
Por lo tanto, nadie se permite la gentileza de compartirnos una definición precisa de “pueblo”. ¿Qué es el pueblo? ¿Quién es el pueblo? ¿Dónde está el pueblo? ¿A qué se dedica?
Para algunos, pueblo es sinónimo de pobre. Entonces, todo pobre, es el pueblo. Pero pobreza, es también un vocablo difícil de consensuar su significado.
Para otros, pueblo es sinónimo de gobernado. Entonces, todo aquel que no está en el poder, o no ha sido elegido para ocupar un cargo público, es el pueblo. Así, los empresarios que no ocupan cargo público, serían parte del pueblo.
A manera de conclusión, izquierda se vincula también a la idea de construir un Estado paternalista; mientras que a la derecha, se la vincula a la idea de un Estado mínimo, un simple recaudador y administrador de los impuestos.
Y mientras no nos ponemos de acuerdo en las definiciones de izquierda y derecha, tampoco se detiene la pugna verbal y las reyertas –con el cruce de insultos y amenazas de por medio- entre ambas o entre quienes se consideran pertenecer a uno u otro ícono de nuestra política variopinta. Sin embargo, en ambos grupos, podemos hallar los matices propios de nuestra humanidad –y peruanidad-. Las diferencias son mínimas, o casi invisibles.