Consideramos que el denominado “antivoto”, es aquel voto que ha sido emitido a favor de un candidato determinado, pero no porque esté de acuerdo con sus propuestas proselitistas o con su plan de trabajo, sino, que es un voto que ha sido tomado como una opción o un mecanismo para decir “NO” al otro candidato[1]. Como no quiero que gane A, voto por B; y viceversa. Resultado: tenemos un candidato ganador, pero, entrecomillas.
domingo, 26 de junio de 2016
martes, 21 de junio de 2016
EL MENSAJE DE LOS VOTOS BLANCOS Y VOTOS NULOS (I)
Así como podemos extraer diversos
mensajes de los votos válidos, considerando la distribución entre los
candidatos participantes, e interpretarlos a la luz de las ofertas electorales;
también podemos hacerlo con los votos blancos y los votos nulos. Más aún,
haciendo un comparativo entre la primera y la segunda vuelta de las últimas
elecciones generales 2016, realizadas el 10 de abril y el 05 de junio,
respectivamente.
En la primera vuelta, de los 24
departamentos[1],
en 14 de ellos, los votos blancos y votos nulos, suman más del 20% de los votos
emitidos. Y en 5 de ellos[2],
más del 25%. Porcentajes relativamente regulares que invitan a una reflexión sobre
la pertinencia entre las ofertas electorales y las demandas ciudadanas en los
respectivos departamentos.
Hay una brecha, un abismo, una
distancia aún insalvable entre los ofrecimientos de los candidatos y los
intereses de un regular porcentaje de ciudadanos, lo que menoscaba el valor de
la democracia como un mecanismo de regulación de la convivencia ciudadana, y
como un paradigma alterno a otros que asumen a la violencia como principal arma
de regulación. (De los 14 departamentos, 02 se ubican en la costa[3];
07 en la sierra[4];
y 05 en la selva[5].
En ellos, residen el 35% de los electores hábiles del país[6]).
En la segunda vuelta, los
porcentajes de votos blancos y votos nulos, se reducen, mostrando un intervalo
entre el 5% y el 11%, en los 24 departamentos.
Y cuando separamos los votos
blancos de los votos nulos, el resultado es más sorprendente. A nivel nacional,
y en la primera vuelta, los votos blancos alcanzaron el 12% de los votos
emitidos, mientras que los votos nulos, el 6%. Para la segunda vuelta, los
votos blancos se reducen drásticamente, al 1% (los votos nulos, se mantienen).
Paralelo a ello, los votos válidos, suben de 83% (en la primea vuelta) a 95%
(en la segunda).
La reducción más drástica de
votos blancos, de la primera a la segunda vuelta, se observa en 04
departamentos[7];
se reducen del 19% al 1,5%. Similar situación se observa en el resto de departamentos,
en los cuales los votos blancos en la segunda vuelta no superan el 2%; mientras
que el porcentaje de los votos nulos, prácticamente, se mantiene.
En la primera vuelta compitieron
por la Presidencia de la República, 10 organizaciones políticas[8];
en la que solo el 83% de los electores hábiles emitieron un voto válido. Ninguna
de éstas 10 ofertas electorales, encajó con las demandas ciudadanas del 18% de
electores que asistieron a sufragar, por ello ninguna de ellas, alcanzó el 50%
más uno de los votos válidos.
Pero en la segunda vuelta, con
solo 02 organizaciones participantes, los ciudadanos que decidieron emitir un
voto válido suben a 95%. Si nos concentramos en estas 02 opciones políticas,
ellas recibieron en la primera vuelta, solo el 61% de los votos válidos.
Es decir, los ciudadanos
indecisos en la primera vuelta, optaron por dar su voto a una de las 02 opciones
participantes, en la segunda vuelta. Ello podría explicar el llamado
“antivoto”, lo que debilita la legitimidad de la organización política ganadora,
en tanto triunfó gracias a los votos que no quisieron que triunfe la otra. Peruanos
Por el Kambio (PPK), nombre de la organización política ganadora, liderada por
Pedro Pablo Kuczinsky, no ha ganado porque su oferta proselitista haya encajado
o satisfecho a la mayoría de los electores; sino, porque coyunturalmente,
apareció como una forma de decir “NO” a Fuerza Popular (FP), la otra
organización, liderada por Keiko Fujimori Higuchi.
Estamos asumiendo que el voto
blanco indica indecisión: no se prefiere a ninguna de las organizaciones
políticas participantes; y el voto nulo, rechazo a todas ellas. Aunque este
rechazo podría también ser hacia el proceso electoral como mecanismo para la
elección de gobernantes, en tanto, dichos gobernantes de turno, no han logrado
atender las necesidades ciudadanas, o han tomado decisiones que han afectado
negativamente sus intereses. Desde esta perspectiva, el voto nulo podría
adquirir un significado similar al ausentismo. Aunque el ausentismo es objeto
de estudio muy particular, conjuntamente con el abstencionismo[9]. En
el primero, no asisten al sufragio por factores ajenos a la voluntad; mientras que
en el segundo, se decide no participar en el sufragio, por propia voluntad.
En términos absolutos, son 3,754,927
de ciudadanos en la primera vuelta, y 4,071,219 en la segunda, que no han participado
en la emisión de un voto válido. O han emitido un voto blanco, o un voto nulo,
o simplemente, no han asistido a sufragar.
Del total de 22 millones de ciudadanos habilitados para sufragar, el 18%
rechaza a las ofertas electorales, o quizá, al propio sufragio como un
mecanismo inútil para proporcionar mejoras a sus vidas.
[1] Se incluye la provincia
constitucional del Callao, que se ubica en el departamento de Lima.
[2] Amazonas, Apurimac,
Huancavelica, Huánuco y Loreto.
[3] Piura y Ancash.
[4] Apurimac,
Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Huánuco y Pasco.
[5] Amazonas,
Loreto, Madre de Dios, San Martín y Ucayali.
[6] Según la ONPE, los electores
hábiles para las elecciones generales 2016, fue de: 22,017,030.
[7] Amazonas, Huancavelica, Huánuco
y Apurimac.
[8] Catorce figuraron en la cédula de
sufragio, pero 04 de ellas, se retiraron días antes del día de las elecciones:
Alianza Electoral Solidaridad Nacional, Perú Libertario, Perú Nación, y Partido
Humanista Peruano; los votos que recibieron estas agrupaciones, fueron
adicionados a votos nulos según resolución N° 0309-2016-JNE.
[9] Uno de los teóricos que ensaya
sobre estas variables, es Fernando Tuesta Soldevilla, exjefe de la ONPE.
viernes, 10 de junio de 2016
domingo, 5 de junio de 2016
EL VOTO ES SOBERANO, Y PUNTO
Creo que el voto es soberano. Al
margen de si lo dicen o no las normas que regulan nuestro contrato social. Creo
que lo es[1]. Es soberano, y punto[2].
Ese minuto (60 segundos)[3] que permanecemos en la cámara
secreta, somos soberanos, cada uno de nosotros, sin distinción alguna
-realmente, sin distinción alguna-, constituimos el soberano. El que manda, el
que ordena, el que decide, el que su voluntad es ley sagrada. El legítimo. Eso
que llamamos pueblo, y que en una democracia es quien detenta el poder,
realmente lo somos durante esos 60 segundos que la ley nos permite permanecer
en la cámara secreta.
Debería de llamarse “CÁMARA
SAGRADA”, porque es sagrada, y nadie ni nada, puede ni debe interrumpir. Absolutamente
nadie, nada[4]. Ese momento es sacrosanto, lo más
santo y puro y supremo que uno pueda imaginarse en este perverso mundo colmado
de intereses macroeconómicos que todo lo pueden –precisamente, porque todo lo
pueden-, todo lo escupen, pisotean e intoxican. Por ello, la cámara secreta, es
un pequeño espacio aislado del mundo exterior. En este espacio, y durante este
minuto, eres el REY DEL UNIVERSO. Date el lujo de tomar tu propia decisión, sin
consultar a nadie.
Desde esta mirada, carece de
validez y coherencia, todo discurso que pretenda inducir tu voto. Carece de
valor, todo discurso que busque venderte la idea que tu decisión en aquella
cámara secreta, puede ser objeto de ser considerada correcta o incorrecta. Es
falso. Es mentira. Es mezquino.
Tu decisión en la cámara secreta,
sea la que sea, es soberana. No puede equivocarse, no es susceptible de
equivocarse. Tu voto, es soberano. Es ley. Es mandato. Es supremo.
Que tu voto por la opción tal, es
equivocada, dicen. No escuches. ¡IGNORA!
Que tu voto en blanco, favorece a
una determinada opción, dicen. No escuches. ¡IGNORA!
Que tu voto viciado, no es
responsable dicen. No escuches. ¡IGNORA!
Que no sabes votar, porque eres
analfabeto, dicen. No escuches. ¡IGNORA!
Que no sabes votar, porque eres
ignorante, dicen. No escuches. ¡IGNORA!
El voto es igual[5]. Todos los votos son iguales.
Ninguno vale más que otro. Seas profesional o no lo seas, seas joven o adulto,
hombre o mujer o de cualquier otro género, blanco o negro, rico o pobre, etc.
Los votos tienen el mismo valor.
Créelo, tu voto es soberano, y
solo es tuyo. No puedes equivocarte.
El voto informado, NO EXISTE. El
voto responsable, NO EXISTE, el voto correcto, NO EXISTE.
¡Todos los votos son iguales!
1 Pero las normas lo establecen. Y
protegen la soberanía del voto. La inducción al voto, por ejemplo, es un acto
punitivo. En el Artículo 2º de la Ley Orgánica de Elecciones Ley N° 26859,
leemos: “El Sistema Electoral tiene como finalidad asegurar que las votaciones
y los escrutinios traduzcan la expresión auténtica, libre y espontánea de los
ciudadanos, y sean el reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector
expresada en las urnas por votación directa y secreta”.
2 Artículo 176° de la Constitución
Política del Perú: “El sistema electoral tiene por finalidad asegurar que las votaciones
traduzcan la expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos; y que
los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector
expresada en las urnas por votación directa”.
4 Artículo 257° Ley N° 26859: “La
cámara secreta es un recinto cerrado, sin otra comunicación al exterior que
la
que permita la entrada y salida al lugar donde funciona la Mesa de Sufragio. Si
el recinto tiene, además, otras comunicaciones con el exterior, el Presidente
las hace clausurar, para asegurar su completo aislamiento”.
5 “El voto es personal, igual,
libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo después de
esa edad”, según el artículo 31° de la Constitución Política del Perú
(CPP). Las características del voto, también se indican en el Artículo 7º de la
Ley Orgánica de Elecciones Ley N° 26859.
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